domingo, 17 de mayo de 2020

CEL cap 33


Novela original por: Ku Cha (裤衩)
Contemplando Escenas de Libertinaje

Capítulo 33


Traducido por: Firu Firu

Wen Bai fue a buscar a Yan Han en cuanto volvió.
Yan Han sostenía un archivo en su mano mientras mostraba una actitud impaciente hacia Wen Bai. Parecía que tenía asuntos urgentes que hacer. Sin embargo, cuando escuchó a Wen Bai mencionar las dos palabras, Wen Qing, su figura se detuvo por un momento antes de obligarse a sentarse pacientemente frente a Wen Bai.
Wen Bai encendió un cigarrillo y también le pasó uno a Yan Han.
Los dos permanecieron en silencio, envueltos en humo. Era raro que no hubiera un aire tenso y desafiante entre los dos.
Wen Bai entrecerró los ojos mientras miraba la caja de cigarrillos.
“Sólo lo he visto fumar una marca de cigarrillos: Marlboro.”
“Los hombres siempre recuerdan el amor solo por el romance.”
Yan Han dio una calada al cigarro y esperó en silencio a que Wen Bai continuara.
“Todos dejemos de buscarlo.”
Yan Han levantó una ceja, “¿Él te dijo eso?”
Wen Bai asintió, “Wen Qing dijo una vez que tú y yo somos similares.”
Yan Han botó un poco de ceniza, “Probablemente.”
“No quiero molestarlo más. Tal vez la soledad sea lo mejor para él.” Wen Bai miró a Yan Han a los ojos.
Yan Han no contestó cuando entrecerró los ojos.
Wen Bai continuó diciendo, “Oh. No es que no quiera, sino porque tengo miedo.”
“Temo que en esta tierra, ya no haya una persona llamada Wen Qing.”
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La llama llegó a la punta del cigarrillo.
Quemó la punta de los dedos de Yan Han, pero continuó pellizcándola con fuerza, sin querer soltarla.
Parecía que pasó mucho tiempo antes de que Yan Han finalmente apagara el cigarrillo en el cenicero y asintiera con la cabeza.
Él respondió, “Está bien.”
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Después de que Wen Bai se fuera, Yan Han siguió sentado allí.
Había una ampolla en la punta de su dedo donde había sido quemado, lo que provocaba una sensación de ardor incitante.
Tal vez nunca haya una segunda persona que se quede despierta toda la noche y cuide de él cuando tenga fiebre o esté resfriado. Tampoco habría una persona que le diera una cálida palmadita en la espalda y le trajera una taza de té para aliviar su calor interno cuando se sentía irritado por el trabajo. Nadie se atrevería a mancharle de crema la cara en su cumpleaños y aún se echaría a reír. No habría otra persona que sonriera y desfrunciría sus cejas mientras se burla de él por ser un hombre viejo cuando frunciera el ceño con furia.
La persona que hizo todo eso ya lo había dejado.
Yan Han entrecerró los ojos. Sintió como si casi viera a la persona que sostenía su mano con fuerza esa noche y lo acompañó a salir del hotel juntos, donde luego caminaron a lo largo del puente del río Yangtze, abriéndose camino cada vez más lejos en la distancia.
El cielo gris se transformó en uno con la superficie del río.
Yan Han respiró hondo.
Parecía que olía la salinidad del viento del río que aún estaba entrelazado con indicios de un olor familiar a tabaco.
Cerró los ojos.
Casi se sentía como si hubiera regresado al pasado. Si solo todo pudiera empezar de nuevo desde el principio.

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